Los bufetes españoles siguen desprotegidos ante los ciberdelincuentes
Los despachos de abogados no se libran de la irrupción tecnológica. La llegada de la digitalización ha cristalizado, en este ámbito, en el denominado Legal Tech, que obliga a los despachos y las asesorías jurídicas de las grandes empresas a transformar sus procesos y su forma de trabajar. Un cambio que, según los especialistas, acabará con el mercado legal actual y forzará a todos los operadores a adaptar sus procedimientos y servicios y generará un nuevo modelo, el New Law.
Sin embargo, los despachos siguen sin estar adaptados a esta nueva realidad. Uno de los sectores más interesados en su transformación digital es el de la abogacía, que desde hace tiempo intenta un cambio en la imagen tradicional que el público tiene de ella.
Especialmente durante esta época de teletrabajo, muchos despachos han abrazado la tecnología sin pensar si las herramientas y plataformas más populares en el mercado ofrecen un nivel de seguridad adecuado para poder ser usadas con sus clientes. Es más, en su caso el el uso de determinados dispositivos tiene que respetar la ley española de protección de datos y, en particular, el código deontológico de la abogacía.
Con relación a este asunto, y a los problemas de privacidad que los expertos han detectado en los últimos meses, es habitual recibir noticias del sector legal internacional en las que un despacho prohíbe a sus trabajadores el uso de una determinada aplicación. La más reciente, la prohibición impuesta por el despacho norteamericano Ropes & Gray a sus más de 1.400 abogados, de instalar en sus teléfonos móviles y otros dispositivos en los que reciban correos electrónicos de trabajo, la aplicación de origen chino TikTok, ante la posibilidad de que dicha aplicación pudiera tener acceso a información confidencial protegida por el secreto profesional.
Los británicos, preocupados
Por su parte, al inicio de la pandemia, el sector legal británico ya manifestó su intención de adoptar una serie de medidas para reforzar adicionales dirigidas a incrementar el nivel de protección de la confidencialidad de sus clientes mientras sus abogados trabajen remotamente. La firma Clifford Chance, por ejemplo, prohibió a sus empleados imprimir documentación desde sus impresoras domésticas. El bufete Mishcon de Reya, por su parte, impide a sus abogados usar la aplicación de videoconferencias Zoom sin el previo consentimiento del cliente. Otros despachos han ido más allá, y han desaconsejado a sus trabajadores mantener conversaciones de trabajo en habitaciones donde haya instalado algún tipo de asistente virtual, como Alexa, Siri o Cortana.